23 oct 2013

LOS DE ABAJO

       Demetrio Macías

                                                                                             M. Romo

    Demetrio Macías, héroe mítico y personaje principal de Los de abajo, surge del universo creativo de Mariano Azuela. En su diseño, el autor se inspiró en otros tantos personajes reales que le causaron una gran impresión, con los cuales tuvo contacto mientras guerrilleaba en las filas revolucionarias. En concreto, su descripción física coincide con la que Azuela hace de Julián Medina en sus páginas autobiográficas, datos a los que añade la valentía y el arrojo de Manuel Caloca que le llevaron a ser general por méritos a los veinte años.1
      La figura de Demetrio Macías, simplemente esbozada al principio, va perfilándose a medida que avanza la acción. El personaje queda caracterizado, no sólo por las palabras del narrador, sino por las suyas propias diseminadas en la narración, que aunque parcas, serán sumamente reveladoras.
   Otro método utilizado por Azuela para caracterizar al héroe, son las acciones, a través de las cuales, logra matizar de forma más precisa su carácter. En este sentido, sigue los preceptos del teatro clásico. El mismo Aristóteles no consideraba fiables ni suficientes los discursos para caracterizar a los personajes, ya que éstos podían quedar en una simple declaración de intenciones. Por el contrario, juzgaba elocuentes sus acciones, tanto las realizadas, como las inconclusas u omitidas; todas ellas terminan preconizando el fracaso o el éxito de la empresa emprendida.
A través de las acciones se va desvelando la gradual degradación en la que termina sucumbiendo el personaje, víctima éste, del entorno y sus circunstancias. El héroe aparece de ese modo humanizado, vulnerable a la acción de los otros, zarandeado en su devenir histórico, cuya sujeción le resta libertad a la hora de decidir su destino, lo cual le confiere carácter ciertamente, de héroe mítico.

   Su primera elección ya se encuentra condicionada por un hecho irrefutable que no puede eludir y al cual se enfrenta, tornando de ese modo, irreversible el camino emprendido. La casa en llamas es el inicio de la andadura del héroe apenas presentado al inicio. El hombre tranquilo, mesurado, que sin alterarse, termina de comer antes de coger su fusil, mira de frente a la violencia que irrumpe en su hogar, que perturba la armonía, y que termina conduciéndolo, una vez desligado de los suyos, a un destino incierto.
    Desde las primeras páginas, la fama precede al héroe, conocido su nombre incluso por los federales que irrumpen en su hogar:
” -Con que aquí es Limón?...¡La tierra del famoso Demetrio Macías¡”
Más tarde, intimidados ante la imponente presencia de Demetrio, retroceden los intrusos disimulando sus intenciones con socarronas disculpas. El carácter del héroe aparece, como en otras ocasiones, envuelto en un halo de misterio. Demetrio medita sus decisiones, se toma su tiempo, demora la acción. Su carisma, mesura, ecuanimidad, valor y sentido de la justicia, lo convierten en un líder indiscutible, rasgo éste, compartido por otros héroes épicos. 
   
     La mitificación del personaje libera a la novela de encorsetamientos y delimitaciones espacio-temporales y confiere a su lectura una dimensión universalista 2 preludiada por los Contemporáneos, los cuales vieron en Los de abajo una novela pesimista de honda crítica social y en su autor, un escritor contrarrevolucionario precursor de la vanguardia. Demetrio se convierte así, en un héroe contemporáneo que busca valores en un mundo degradado en el cual termina sucumbiendo -tal como vio Luckács- 3. La revolución mexicana es el hecho circunstancial, parangonable a otros muchos hechos ubicados en distintas coordenadas espacio-temporales que predeterminan el destino del hombre. Hay por otra parte, un eco de fatalidad, un pesimismo que conduce al héroe a una irremediable degradación. El orden del mundo del que surge poco a poco se va desintegrando y el hombre es arrebatado por la revolución.
      Tras la separación del hogar, clausurada con la señal del fuego, se inicia la andadura del héroe cuyo esquema, tantas veces reiterado por la crítica, encaja en los mitemas de “la aventura del héroe”. Es el único momento en el que el narrador deja filtrar el pensamiento del protagonista a través de un monólogo interior, haciéndonos partícipes de sus inquietudes. Esta primera parte de la novela, la más amplia, abarca 21 capítulos y corresponde al “Sueño triunfante de los revolucionarios”4. Demetrio va ascendiendo la cumbre -física y simbólica- hasta encontrarse con sus hombres. Se inaugura de ese modo, la etapa de iniciación en la que el héroe se someterá a una serie de pruebas de las que saldrá victorioso y por las que ganará el reconocimiento y el respeto de los suyos.
      La segunda parte establece un equilibrio entre la venganza sangrienta de los alzados y la propia desilusión del héroe. A ella corresponde los siguientes 14 capítulos. Demetrio celebra su triunfo entre vino y mujeres. Se acrecienta su ruina moral, víctima de la lujuria y la embriaguez. Su melancolía se acentúa al ver que los paisanos huyen ante su presencia. Demetrio asiste impasible y cómplice a los abuso que los revolucionarios cometen, abusos que terminan siendo aún mayores que aquellos contra quienes se revelaron.
      El misticismo revolucionario, expresión controvertida usada por Polgár para asignar ese arrebato de las pasiones humanas que se empeña en cambiar a la fuerza el orden establecido, actúa sobre Demetrio Macías, que embriagado de libertad, se olvida de sus nobles ideales y termina siendo: “una mísera hoja seca arrebatada por el vendaval”
    Demetrio desconocía la causa de su lucha, a lo único que aspiraba era a poder retornar en paz a su hogar. Luis Cervantes asume el papel de ideólogo de la revolución y seduce con sus palabras al héroe. Demetrio es un hombre sencillo que sólo conoce el significado de las palabras del campo; su falta de educación cívica, moral y política lo convierten en un ser manejable en manos de un demagogo.

     A través de la transformación del personaje, Azuela descubre el carácter de un pueblo, una clase campesina que se mueve por inercia, simbolizada en la imagen del huracán y de las piedras que ruedan. Hay más de pasión que de razonamiento, se pelea más que por ideales, por instinto, por eso la revolución está condenada al fracaso.5 Demetrio se convierte en el símbolo de ese fracaso. Ha sido degradado a uno de ”los de abajo” identificándose con la imagen original de su propio enemigo al pie de una enorme resquebradura.6 El hombre amparado por el grupo se bestializa. La culpa de las fechorías individuales se diluye en los otros. En el caos revolucionario, los héroes corren el peligro de intercambiar los papeles con los villanos.
      Demetrio sufrió una injusticia que lo lanzó a la búsqueda de una reparación, pero sus acciones –matanzas, incendios, infidelidad matrimonial- no pudieron restaurar el orden. La tercera parte describe la derrota final, el fracaso del héroe. El personaje de Azuela rueda como una piedra pendiente abajo, prisionero de un presente histórico, víctima del fatalismo del ambiente.
     Azuela sitúa la muerte del héroe en el mismo desfiladero, escenario de su primera victoria. Ese movimiento circular del final, nos remite al mito del eterno retorno, a través del cual, incorpora la temática de la revolución mexicana a un contexto universal.7 Hay un cambio constante, un fluir que todo lo muda, un movimiento circular imperecedero. El mítico retorno al hogar no viene acompañado de la restauración del orden, sino que representa en sí, la apoteosis del fracaso, fracaso que encierra subrepticiamente una dura crítica social que muchos en su día no entendieron. 

     Los caciques revolucionarios de hoy serán sustituidos por los de mañana. El héroe pierde su causa simbolizada en la estatua. Lo que Demetrio con la mirada imperturbable sigue apuntando con su fusil, es esa misma utopía que muchos otros terminarán persiguiendo. Azuela utiliza otro símbolo, el sagrado corazón de Jesús, con el que viene a decirnos que el hombre debe elegir entre el odio y el amor; el fusil y el corazón.8


1 Portal, M., “ Introducción a Los de abajo”, Madrid, Cátedra, 1988, pp.23-24.
2 García Gutiérrez, R.G., Contemporáneos. La otra novela de la Revolución Mexicana, Huelva, Universidad de Huelva, 1999, pp.237-249.
3 Portal, M., “ Introducción a Los de abajo”, Madrid, Cátedra, 1988,p.47.
4 Polgár M.. “Un análisis del misticismo revolucionario de Los de abajo de Mariano Azuela”, Cuadernos Hispanoamericanos, 410 Agosto 1984.
5 Andino, A., “ Los juegos políticos, clasistas y étnicos en las novelas de Mariano Azuela sobre la Revolución mexicana”, Cuadernos hispanoamericanos 370, pp. 144-150.
6 Bruce, J.. “La novela de la revolución mexicana: la topología del final,” vol. 74.1, marzo, 1991.
7 Durán, M., “Juan Rulfo y Mariano Azuela:¿sucesión o superación?” Biblioteca virtual Miguel de Cervantes, 2009.
8 Polgár, M. “Un análisis del misticismo revolucionario en Los de debajo de Mariano Azuela”, Cuadernos hispanoamericanos, 410, Agosto, 1984.


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